jueves, 2 de abril de 2009

Reflejos de Luicfer y Peyote

Capitulo 1: Luto


Cubo, pinche cubo, en un pinche cubo, atrapado en un pinche cubo.

Diecisiete horas con trece minutos.

Espejos, me veo reflejado en tres espejos. Uno de los reflejos es un niño, otro esta completamente de negro, su cara se esconde entre sombras; el anónimo.
El último de mis acompañantes es un yo que jamás conocí, grande, feliz.

Cada once minutos cae una gota de agua por cada respiro mío. Lo único que queda es un cuaderno.

Siempre supe que debí de haber sido más gentil con aquellos cristianos vendiendo biblias alas cinco de la mañana. Pero ahora de que sirve lamentarme, Satán no reducirá mi sentencia.

El único escape que tengo es este cuaderno, me encuentro vacío.

Mi primer reflejo no deja de llorar, no puedo hacer nada para evitarlo. Mi segundo reflejo, el “anónimo” no deja de reír y el tercero tranquilamente me observa y hablaba con el mismo.

“¡Cállate ala verga pendejo, como chingas!” grité desesperado, entre lagrimas.

Inmediatamente todos guardaron silencio, y como soldados, dejaron lo que estuvieran haciendo y me observaron fijamente.

Razono.

Todo esta en la razón, la razón es mayor que los sentimientos, esto debe solucionarlo. Cuando comienzo a pensar, cuando intento a encontrarle el sentido a todo me percato de algo intrigante.
No me puedo enfocar. Paso una hora de frustración y desconcentración total decidí hacer algo muy raro. Tomando en cuenta que no habían voces a mi alrededor, hable solo. No sirve de nada. Empecé a gritar.

Me puedo concentrar.

Al parecer en este lugar solo gritando se puede pensar. Le doi vueltas a las cosas, no llego a nada, todo parece estar bien.

“¿Cómo chingados va a estar bien si no sabes si estas muerto o si fue a causa del pellote?” Exclamé.
“¿Qué pasa?” Grité una vez más.

El niño responde, Lujuria.
El anónimo decreta, placer
El alegre entre carcajadas añade sexo.

Violeta

Entonces allí estaba ella… Y el.

No había necesidad de decir palabra alguna, ni siquiera de conocerse.
Los dos se habían estado observando por exactamente 43 minutos y tres segundos, pero Violeta no tomaba en cuenta el tiempo, ni tampoco el.

Después de hacerse baboso un rato, decidió caminar hacia ella, la tomó de la mano y entonces sucedió.
A pesar del ruido de las multitudes perrando y de música de Pitbull, mantuvieron silencio y se encaminaron a la pista de baile.

Era oscuro y la joven no sabía de quien se trataba, tampoco como había llegado de una pisteada común a aquel antro, ella ignoraba la hora, los modos, el contexto en el que las acciones se presentaron, solo accedió y siguió al güero que ella había estando admirando por tanto tiempo.

Esa noche sucedieron un conjunto de acciones lujuriosas, apasionadas que solo ella no recuerda a causa de un daiquiri, seis shots de tequila, whiskey 18 y dos mojitos.
Solo sabe que algún sujeto pagó hospedaje en una suite presidencial, lo sabe por el condón embarrado por el piso, y que Brad Pitt fue asesinado por su ex novia que se tropezó con el al del mismo hotel en el que ella había ingresado.

Bio Patetica

Alonso Diaz
5 Nov. 93
Tijuana B,C


Es un escritor profundo, que oprime los clichés y libera su mente para llegar a perfeccionar sus narrativa.
Es un joven interesado en la psicología, con gustos de música amplios, desde Wagner hasta Alexi Laiho, tiene un amplia gama de emociones que concreta en hoja y papel.
Tiene brazos velludos, barba puberta y acne, pelo negro y mide aproximadamente 1.80, come exageradamente mucho y es amante de la adrenalina.